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Para el mundo empresarial, independientemente de su dimensión, es trascendental conocer las interioridades de las Instituciones políticas y las Administraciones Públicas, sus normativas y su “cultura”:   usos y modalidades,  más allá de las normas que rigen su funcionamiento.

Hasta hace pocos años, las empresas que tenían que relacionarse con las Administraciones Públicas “se buscaban la vida” para encontrar atajos que les llevaran a obtener ventajas frente a sus competidores en el trato con el Sector Público.   La evidencia de que este sistema, cargado de buenas intenciones de fondo, tenía una opacidad incompatible con la actual conciencia crítica de la Sociedad, ha llevado a una corriente que hoy impera en la empresa española: “mejor no hacer nada”.

En España, donde cerca del 50% de la riqueza la genera el Sector Público, resulta imposible la desconexión con las Instituciones y Administraciones, de manera que la necesidad de “relacionarse” sigue existiendo; aunque –eso sí-   con nuevos códigos.   Fuera de España, cada día es más determinante el conocimiento de los canales de relación con los centros de decisión financiera (Londres) y política (Bruselas y Estrasburgo).