La Tertulia política surgió en la radio española en la década de los ochenta, aunque –con anterioridad- en TVE, la tertulia “La Clave” había conseguido fidelizar a millones de telespectadores que iban entrenándose en la pluralidad, en el debate y en las opiniones contrastadas, preámbulo de lo que sería pocos años después la Democracia constitucional de 1978. Durante los últimos años, la Tertulia se ha consolidado como género periodístico, pero no sólo eso:  gracias a las tertulias televisivas, han irrumpido en el panorama político y social nuevos dirigentes que han potenciado su carrera política gracias a su proyección social, adquirida en las tertulias de distintas televisiones. Ejemplo de las nuevas figuras “hechas” en las tertulias son:   Pablo Casado, Tania Sánchez, Pablo Iglesias, Cristina Cifuentes, Antonio M. Carmona….

Se podría afirmar que –a día de hoy- es innegable que un líder político “orgánico” –que no se ha fogueado en las tertulias-  tiene menos posibilidades de alcanzar un liderazgo político que otro que haya participado en los debates de las tertulias políticas.

La Tertulia permite conocer determinadas habilidades de las personas que podrían quedar ocultas o disminuidas sin el espejo público del debate.    Fortalezas y debilidades son sometidas a prueba por periodistas y/o adversarios políticos.  Un entrenamiento con críticas reales y debate a veces duro hasta en lo personal, fortalece la capacidad del participante ante situaciones similares que puedan surgir en su ejercicio profesional.

Tanto el Moderador como el Tertuliano adquieren unas habilidades personales que les van a servir para mejorar su capacidad de liderazgo social y profesional.